sábado, 14 de agosto de 2021

La superficie de Marte es roja

"Siempre que llovió, paró" dice el refrán literalmente. Pero también esconde (o quizás no tanto) implícitamente un mandato socio-cultural que quiebra a la principal constante de lo existente y conocido: el cambio es inevitable.

Ya sea por invocación intencional o aparente, o bien a través de ciclos naturalmente no cuestionables ni evitables, aun constantes, inmortales e invencibles.

El quiebre, en realidad, yace en el intento de crear una regla estática para definir un proceso constante, variable, caótico y necesario.

Las reglas o máximas intentan reformar lo existente y reducirlo a través de un denominador común.

Pero somos algo más complejo que eso.


Se trata de no creer en las reglas inventadas por un grupo de personas, en un tiempo y contexto determinados.

Se trata de no confiar en todas las cosas que hoy, asumiéndolas verdaderas, nos facilitan la vida cotidiana.

Se trata de "escuchar" con los sentidos que se nos dice existen y también en otros que no fueron definidos todavía.


Categorías, títulos, definiciones. Sólo reducen el potencial de comprensión y evolución.


¿O acaso todavía creemos en que la superficie de Marte es roja?

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